El amargo sabor de vuelta...
Como todos los viajes que solemos realizar en grupo, el último día siempre nos queda esa sensación de querer volver atrás en el tiempo para hacer eso que quisimos hacer que no nos dio tiempo o para conocer más a fondo la gente que viajaba con nosotros. Aunque a veces nos parezcan largos los días, no podemos hacer nada contra el paso del tiempo que va reduciendo poco a poco las horas de los días.
Esa es la sensación que me quedó cuando finalizó este viaje: una mezcla de ilusión y desilusión recorría mi cuerpo. Una vez ya en Madrid recordé que hace unas horas estaba desayunando en Túnez nada más y nada menos... En un día en dos sitios a la vez separado por 1270 kilómetros. ¿Que diría ahora Leonardo da Vinci o Alejandro Magno si viviesen en nuestra época? Ventajas de vivir en la sociedad del siglo veintiuno dirían... Una persona puede coger hasta tres vuelos diarios...
Con los regalos que traía para la familia, mi imginación viajó hasta el día anterior dónde fuimos a visitar Sousse situada a 140 kilómetros de la capital del país. Pero no piensen que hicimos todos esos kilómetros en un día. Estando en Port el Kantoui, cogimos un taxi que nos llevó en diez minutos a dicha cuidad y a un coste bastante económico.
Como disponíamos sólo de la mañana para visitar esta ciudad, nos dirigimos directamente hacia La Medina para realizar las compras de última hora. Al estilo del Gran Bazar y el Bazar de las Especias que hay en Turquía, en el casco antiguo de esta cuidad, se levantaban miles de tiendas de zapatos, orfebrería, alfombras, salones de té, joyería... que hacían que el tiempo se esfumase mientras se regateaba por los artículos que queríamos comprar. La verdad, fue una mañana divertida en grupo...
Ahora que estoy en mi ciudad natal, cuando escucho el cd de música árabe que me compré recuerdo todo lo que aconteció en ese viaje. Aunque hubo algunos roces como suele ocurrir cuando se va con un grupo numeroso de personas, eso se ve reducido ante los buenos momentos que pasamos todos juntos... Espero volver a viajar pronto y seguir contando mis aventuras más allá de la frontera de mi habitación en la que escribo para quien me quiera leer....
Esa es la sensación que me quedó cuando finalizó este viaje: una mezcla de ilusión y desilusión recorría mi cuerpo. Una vez ya en Madrid recordé que hace unas horas estaba desayunando en Túnez nada más y nada menos... En un día en dos sitios a la vez separado por 1270 kilómetros. ¿Que diría ahora Leonardo da Vinci o Alejandro Magno si viviesen en nuestra época? Ventajas de vivir en la sociedad del siglo veintiuno dirían... Una persona puede coger hasta tres vuelos diarios...
Con los regalos que traía para la familia, mi imginación viajó hasta el día anterior dónde fuimos a visitar Sousse situada a 140 kilómetros de la capital del país. Pero no piensen que hicimos todos esos kilómetros en un día. Estando en Port el Kantoui, cogimos un taxi que nos llevó en diez minutos a dicha cuidad y a un coste bastante económico.
Como disponíamos sólo de la mañana para visitar esta ciudad, nos dirigimos directamente hacia La Medina para realizar las compras de última hora. Al estilo del Gran Bazar y el Bazar de las Especias que hay en Turquía, en el casco antiguo de esta cuidad, se levantaban miles de tiendas de zapatos, orfebrería, alfombras, salones de té, joyería... que hacían que el tiempo se esfumase mientras se regateaba por los artículos que queríamos comprar. La verdad, fue una mañana divertida en grupo...
Ahora que estoy en mi ciudad natal, cuando escucho el cd de música árabe que me compré recuerdo todo lo que aconteció en ese viaje. Aunque hubo algunos roces como suele ocurrir cuando se va con un grupo numeroso de personas, eso se ve reducido ante los buenos momentos que pasamos todos juntos... Espero volver a viajar pronto y seguir contando mis aventuras más allá de la frontera de mi habitación en la que escribo para quien me quiera leer....
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