En busca de los oasis...

lunes, febrero 15, 2010 Posted by Irene Flores Ruiz

Después de disfrutar de un suculento desayuno de tipo buffet, volvimos con nuestro compañero de viaje que nos llevaría desde Douz hacia la ciudad de Tozeur. Una vez en el autobús, cuando ya habíamos recorrido varios kilometros, pude comprobar como podía variar el paisaje en aquel país. Atrás quedó el mar de arena que vislumbramos cuando el sol alcanzaba el ocaso. Ante mí, separado por una estrecha carretera de un carril para cada sentido, una extensión interminable y brillante hizo que mis ojos disfrutasen por unos intantes.

Estamos en el lago salado de "Chott El Jerid" que, cubriendo una superficie de cinco mil kilométros cuadrados, es el más grande de este continente. A diferencia de otros lagos, pudimos caminar sobre él. Sí, no piensen que tenemos poderes. La verdad es que debido a las altas temperaturas y al hecho de que las lluvias no suelen ser muy frecuentes por estos parajes, el agua se ha evaporado dejando una fina aunque resistente capa de sal. Es impresionante cómo el sol transfomaba y pintaba aquel manto de sal con unos tonos grisáceos y rosáceos.

Esta inmensa llanura con montañas en el horizonte, es el lugar más propicio (sobre todo cuando las temperaturas son altas) para ver espejismos. Así que tengan cuidado porque pueden ver agua en dónde no la hay. Y es que, este lago está situado a tan sólo veinticinco metros sobre el nivel del mar.

Después de comer, realizamos una excursión en un coche todoterreno rumbo a los oasis de montaña de Chebika y Tamerza, dos pueblos que fueron abandonados en 1969. En el trayecto, mientras un guía autóctono nos comentaba acerca del lugar que íbamos a visitar, el paisaje con camellos y alguna que otra palmera iba danzando al ritmo de música tunecina.

Una vez llegados al lugar, ascendimos por un sendero de tierra hasta culminar la montaña. La verdad que este paisaje me impactó bastante, me recorbaba a los cañones del colorado estadounidense. Despúes, el recorrido que realizamos continúo descendiendo hasta una fuente de agua que nutría todo el lugar. La verdad que fue un paseo agradable aunque estuviese lleno de turistas (yo me incluyo en el grupo) que ocupaban el lugar y vendedores de rosas del desierto por un dinar o de "suvenirs" para turistas.

En lo que se refiere al oasis de Tamerza, debemos decir que se originó con la desaparición de la antigua ciudad romana conocida como Ad Turres. Además, Tamerza es conocido por su gran cascada que recorre una sinuosa garganta.

Despúes del buen sabor de boca que me dejó esta pequeña excursión y con la emoción de haber visitado una de las localizaciones utilizadas en la película de "El paciente inglés" dirigida por Antonhy Minghella, nos dirigimos al hotel para hacer una pequeña parada puesto que por la noche nos habían preparado una cena típica en una jaima, que en realidad no fue una jaima pues no estuvimos cenando en una especie de tienda de campaña sino en un recinto cerrado.

A pesar de ello, disfrutamos de la gastronomía tunecina con bailarinas de la danza del vientre y músicos de lo más variopinto. Con vino de aquel lugar, pudimos degustar de una sopa de primero, el "brik" comentado en el antiguo post y uno de sus platos estrella el cuscús con cordero que es la base para la mayoría de platos de carne. De postre, de nuevo, el dulce con pasta de dátiles al cual me aficioné y recomiendo que lo degusten.

Espero que os haya gustado. Hasta la próxima!

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